Damián estaba intranquilo en su sillón, pensando en Camila. De una vez por todas, luego de un largo suspiro, tomó el teléfono y marcó su número.
- ¿Hola? - Dijo Camila al atender.
- Hola... Camila, necesito decirte algo - respondió Damián con un notorio nerviosismo.
- Sí, decime.
- Es que... Mirá, me gusta pasar tiempo con vos, me gusta cómo sos, cómo me tratás... Es que... Que... Me gustás.
- Da... Damián, estoy por casarme con Santiago.
- Ya sé, perdón - dijo Damián con lágrimas debajo de sus ojos, y colgó.
El casamiento de Camila se suspendió por razones indefinidas.