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Sagot :
La población llegó a un total de 1.210 millones de habitantes.
Crecimiento demográfico proyecta que en sólo una década tendrá 1.420 millones de habitantes.India puede reemplazar China como el país más populoso del mundo dentro de 10 años, dado que datos gubernamentales indicaron que en la nación del sur de Asia nacen tres bebés por cada uno que nace en China. La población de India creció 17,6 por ciento en 10 años desde 2001, según cifras provisionales del censo que dio a conocer el Gobierno.
Este será otro año histórico en la evolución de la población mundial. En algún día de los últimos meses de 2011, la Tierra comenzará a cargar con el peso de su habitante número siete mil millones.
Será otra cifra para los récords, para que recordemos las fantasiosas pesadillas malthusianas según las cuales muchos de nosotros hoy no deberíamos estar vivos, ya que nuestros padres o abuelos tendrían que haber muerto a causa de la hambruna causada por un mundo incapaz de generar alimentos para toda la colonia humana.
Pero acá estamos, en esta lomada tan argentina del globo, sabiendo que pronto seremos parte de un hormiguero de siete mil millones de insectos.
Una persona nacida a mediados del siglo pasado y que viva hasta mediados del siglo actual será testigo y partícipe de cómo el planeta triplicó su población en menos de un siglo. Verá cómo la Tierra pasó de contar con menos de tres mil millones de seres humanos, a estar ocupada por más de nueve mil millones.
Igual, esto no significa que las próximas generaciones vivirán apiladas, pisándose las cabezas unos con otros. Hoy, en 2011, toda la población del planeta cabría en una superficie similar a la de la provincia de Buenos Aires sumada a la de las tres provincias de la Región Centro, si esa superficie pudiera poblarse con la actual densidad que posee la ciudad de Nueva York.
Si bien a mediados de este siglo, cuando seamos nueve mil millones, habrá más megaurbes donde la lucha por cada metro cuadrado y por la supervivencia seguirá siendo cruel, gran parte del planeta continuará sin tener la densidad poblacional que en la actualidad muestran países como Francia.
Argentina, por ejemplo, apenas llegaría a los 50 millones de habitantes a mediados de siglo, lo que significa que sólo pasará de un promedio de 15 habitantes por kilómetro cuadrado en 2010, a 18 habitantes en 2050. Francia, el año pasado, ya tenía una densidad de 97 habitantes por kilómetro cuadrado.
El terrícola número siete mil millones tiene grandes chances de nacer en China, país que hoy representa un sexto de la población total, o en India, que va camino a ser el país más poblado del mundo dejando atrás a su vecino oriental.
Una mirada optimista. A esta velocidad reproductiva y sin grandes imprevistos en el camino, es imposible que el planeta no alcance pronto los ocho mil millones de personas y se encamine firme hacia los nueve mil millones dentro de solamente 40 años.
Para ser más exactos, 9.150 millones de seres humanos es la cifra total de población que calcula la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el año 2050.
Pero –acá viene la buena noticia– las estimaciones poblacionales más difundidas en este momento señalan que quienes continúen vivos para mediados de siglo serían testigos de otro hecho inédito: por primera vez en la historia del planeta, la población total debería comenzar a descender.
Si esa situación se produce, como espera la gran mayoría de los estudiosos de la problemática poblacional, será el entierro definitivo de las teorías apocalípticas que auguraban un final con un planeta saturado de seres humanos.
Además, las previsiones económicas señalan que un crecimiento internacional ubicado entre el dos y el tres por ciento anual será suficiente para acompañar sin grandes inconvenientes el pico poblacional que se produciría a mediados de siglo. El desafío no será producir lo necesario, sino aprender a distribuirlo bien.
Gracias a la llamada “revolución verde” de las semillas de mejores rendimientos y los fertilizantes, los alimentos no serán insuficientes. Aunque, vale resaltarlo, en los últimos años ha crecido el número de quienes advierten que el actual nivel de erosión de los suelos y el uso intensivo del agua potable no permitirán continuar con este ritmo de explotación agrícola y producirán, en el mediano plazo, un descenso de la producción mundial de alimentos.
¿Cuáles serían los motivos del esperado descenso poblacional mundial a producirse dentro de cuatro décadas? La explicación viene por el lado de lo que ocurrirá con la tasa de fecundidad. Para aquella época, se espera que descienda por debajo de 2,1 hijos por mujer, la cifra vista como necesaria para que se produzca el reemplazo de la vieja generación por otra nueva del mismo número de personas. Al no mantenerse esa tasa, el número de la población caería.
Cada vez son más los países en donde cae la tasa de fertilidad, gracias al avance de la educación sexual y el acceso a métodos anticonceptivos. En 2010, ya casi la mitad de las personas vivía en países en donde la tasa de fecundidad era inferior a la tasa de reemplazo poblacional.
Es materialmente imposible que, aunque mejoren las condiciones económicas en todos los continentes, la totalidad de la población mundial acceda a un nivel consumo de recursos naturales como el que exhiben hoy los países más desarrollados del globo. Por eso, más que el control del número de la población, un logro mayor será que muchos millones de personas dejen de habitar en la pobreza y que se disminuya el impacto ambiental de cada nuevo ser humano que nazca en la Tierra.
Será otra cifra para los récords, para que recordemos las fantasiosas pesadillas malthusianas según las cuales muchos de nosotros hoy no deberíamos estar vivos, ya que nuestros padres o abuelos tendrían que haber muerto a causa de la hambruna causada por un mundo incapaz de generar alimentos para toda la colonia humana.
Pero acá estamos, en esta lomada tan argentina del globo, sabiendo que pronto seremos parte de un hormiguero de siete mil millones de insectos.
Una persona nacida a mediados del siglo pasado y que viva hasta mediados del siglo actual será testigo y partícipe de cómo el planeta triplicó su población en menos de un siglo. Verá cómo la Tierra pasó de contar con menos de tres mil millones de seres humanos, a estar ocupada por más de nueve mil millones.
Igual, esto no significa que las próximas generaciones vivirán apiladas, pisándose las cabezas unos con otros. Hoy, en 2011, toda la población del planeta cabría en una superficie similar a la de la provincia de Buenos Aires sumada a la de las tres provincias de la Región Centro, si esa superficie pudiera poblarse con la actual densidad que posee la ciudad de Nueva York.
Si bien a mediados de este siglo, cuando seamos nueve mil millones, habrá más megaurbes donde la lucha por cada metro cuadrado y por la supervivencia seguirá siendo cruel, gran parte del planeta continuará sin tener la densidad poblacional que en la actualidad muestran países como Francia.
Argentina, por ejemplo, apenas llegaría a los 50 millones de habitantes a mediados de siglo, lo que significa que sólo pasará de un promedio de 15 habitantes por kilómetro cuadrado en 2010, a 18 habitantes en 2050. Francia, el año pasado, ya tenía una densidad de 97 habitantes por kilómetro cuadrado.
El terrícola número siete mil millones tiene grandes chances de nacer en China, país que hoy representa un sexto de la población total, o en India, que va camino a ser el país más poblado del mundo dejando atrás a su vecino oriental.
Una mirada optimista. A esta velocidad reproductiva y sin grandes imprevistos en el camino, es imposible que el planeta no alcance pronto los ocho mil millones de personas y se encamine firme hacia los nueve mil millones dentro de solamente 40 años.
Para ser más exactos, 9.150 millones de seres humanos es la cifra total de población que calcula la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el año 2050.
Pero –acá viene la buena noticia– las estimaciones poblacionales más difundidas en este momento señalan que quienes continúen vivos para mediados de siglo serían testigos de otro hecho inédito: por primera vez en la historia del planeta, la población total debería comenzar a descender.
Si esa situación se produce, como espera la gran mayoría de los estudiosos de la problemática poblacional, será el entierro definitivo de las teorías apocalípticas que auguraban un final con un planeta saturado de seres humanos.
Además, las previsiones económicas señalan que un crecimiento internacional ubicado entre el dos y el tres por ciento anual será suficiente para acompañar sin grandes inconvenientes el pico poblacional que se produciría a mediados de siglo. El desafío no será producir lo necesario, sino aprender a distribuirlo bien.
Gracias a la llamada “revolución verde” de las semillas de mejores rendimientos y los fertilizantes, los alimentos no serán insuficientes. Aunque, vale resaltarlo, en los últimos años ha crecido el número de quienes advierten que el actual nivel de erosión de los suelos y el uso intensivo del agua potable no permitirán continuar con este ritmo de explotación agrícola y producirán, en el mediano plazo, un descenso de la producción mundial de alimentos.
¿Cuáles serían los motivos del esperado descenso poblacional mundial a producirse dentro de cuatro décadas? La explicación viene por el lado de lo que ocurrirá con la tasa de fecundidad. Para aquella época, se espera que descienda por debajo de 2,1 hijos por mujer, la cifra vista como necesaria para que se produzca el reemplazo de la vieja generación por otra nueva del mismo número de personas. Al no mantenerse esa tasa, el número de la población caería.
Cada vez son más los países en donde cae la tasa de fertilidad, gracias al avance de la educación sexual y el acceso a métodos anticonceptivos. En 2010, ya casi la mitad de las personas vivía en países en donde la tasa de fecundidad era inferior a la tasa de reemplazo poblacional.
Es materialmente imposible que, aunque mejoren las condiciones económicas en todos los continentes, la totalidad de la población mundial acceda a un nivel consumo de recursos naturales como el que exhiben hoy los países más desarrollados del globo. Por eso, más que el control del número de la población, un logro mayor será que muchos millones de personas dejen de habitar en la pobreza y que se disminuya el impacto ambiental de cada nuevo ser humano que nazca en la Tierra.
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