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Respuesta:
En el Imperio Bizantino, las discusiones teológicas y los problemas políticos eran comunes debido a la importancia central de la religión en la vida cotidiana y en la política. Las disputas doctrinales sobre temas como la naturaleza de Cristo y la Trinidad no solo afectaban a la iglesia, sino también a la sociedad en general. Los emperadores a menudo intervenían en estos asuntos, apoyando diferentes facciones, lo que generaba conflictos políticos. Un ejemplo notable es la controversia iconoclasta, que dividió al imperio entre los que apoyaban la veneración de imágenes religiosas y los que buscaban su supresión. Estas tensiones internas debilitaron la unidad del imperio y lo hicieron más vulnerable a amenazas externas.