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Sagot :
El Sol y la Luna.
Había una vez, en tiempos antiguos, el Sol y la Luna, quienes eran conocidos por su gran poder sobre la tierra. Sin embargo, el Sol y la Luna tenían una rivalidad que los llevaba a pelear constantemente sobre quién era más importante y poderoso.
Un día, la disputa entre ellos alcanzó su punto máximo. El Sol, con su calor intenso, decidió demostrar su superioridad quemando los bosques y secando los ríos. El fuego que él provocó destruyó muchas de las plantas y causó gran sufrimiento entre los habitantes de la tierra. Los animales huían desesperados y las cosechas se arruinaban.
Por otro lado, la Luna, molesta por la destrucción del Sol, decidió mostrar su propio poder. Ella comenzó a hacer temblar la tierra con sus movimientos y a provocar tormentas y lluvias torrenciales. Las lluvias inundaban los campos y las tormentas arrasaban con lo que había quedado tras el paso del Sol. Las personas y animales se encontraban en medio de un caos absoluto, sin poder encontrar un respiro entre el calor abrasador y las lluvias implacables.
Al ver el sufrimiento y la destrucción que sus peleas estaban causando en la tierra, el Sol y la Luna comenzaron a reflexionar sobre sus acciones. Se dieron cuenta de que sus disputas estaban dañando a la gente y a la naturaleza que ambos amaban. Se dieron cuenta de que sus poderes, aunque impresionantes, debían ser utilizados de manera equilibrada y armoniosa para que el mundo pudiera prosperar.
Finalmente, el Sol y la Luna decidieron poner fin a sus peleas. El Sol, en lugar de quemar el mundo, comenzó a calentar la tierra de una manera moderada, permitiendo el crecimiento de las plantas y la vida en el planeta. La Luna, en lugar de causar estragos con sus tormentas, comenzó a ofrecer su luz suave y su influencia calmante durante la noche.
Desde entonces, el Sol y la Luna encontraron una forma de coexistir pacíficamente, respetando sus roles en el ciclo natural del mundo. El Sol iluminaba el día y ofrecía calor, mientras que la Luna guiaba la noche con su luz tranquila y regulaba las mareas. Así, la tierra volvió a ser un lugar equilibrado y hermoso, y el Sol y la Luna aprendieron a trabajar juntos para mantener el orden y la armonía en el mundo.
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