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Sagot :
fuweron 3 las herejias de san agustin
Más tarde, en el primer concilio de Nicea, se define como herética una doctrina divergente de la enseñanza oficial de la Iglesia y de sus dogmas consagrados por su autoridad (obispo, concilio) en la base a las Escrituras y la Tradición. Posteriormente, autores como Agustín de Hipona destacaron por su vehemencia en combatir las herejías cristianas y otras religiones como el maniqueísmo.
El adamismo es una doctrina herética surgida en el siglo II en el norte de África y que pretendían, mediante la práctica del nudismo, retornar a la inocencia originaria del Edén descrita en el Génesis.
Su doctrina defendía, además de la absoluta desnudez, una estricta abstinencia sexual y el rechazo del matrimonio al considerarlo una consecuencia del pecado original.
La primera reseña histórica sobre esta doctrina se recoge en el Panarion, obra de Epifanio de Salamis sobre las herejías de su tiempo. San Agustín también se refirió a ellos en sus escritos.
El movimiento original desaparece en el siglo IV para volver a surgir en el siglo XIII en Austria, Bohemia y Flandes donde se mantuvieron hasta que a finales del siglo XV, las persecuciones le hicieron desaparecer.
En el siglo XX, movimientos religiosos que defendían el nudismo aparecieron en los Estados Unidos entre los que destacan el surgido en 1925 de la mano de Anna Rhodes o la creación, en 1985, de la Iglesia Nudista Cristiana del Santo Doncel Jesús.
Espero esto te sirva:
La conversión, esbozada en las líneas anteriores, fue en San
Agustín el comienzo de un perpetuo combate y afán de
superación. La teología se hizo vida en él, pero en una forma
agónica y militante. El título del librito suyo De agone ctristiano
es el mejor retrato de su espiritualidad. En él se trata de las tres
virtudes teologales y se refutan los principales errores con que
debían chocar los cristianos de su tiempo. El combate es doble:
contra los errores que desfiguran nuestra fe y contra los vicios
que nos hacen la guerra para apartarnos de nuestro verdadero
fin.
La agonía cristiana en San Agustín tuvo por teatro primero su
mismo corazón, y luego todo el campo de la Iglesia, minado por
las herejías.
En este capítulo trataremos de la agonía personal del Santo
en defensa de la fe, de la esperanza y caridad en su misma
persona; y después, de las luchas que sostuvo con las herejías
principales de su tiempo, en que fue definiendo no sólo la fe,
sino también la espiritualidad cristiana.
El doble combate está ya patente en los primeros escritos y
vida de Casiciaco, donde ya se revela el agonista futuro de la
Iglesia, lo mismo que el doble afán por esclarecer el enigma de
Dios y el alma para iluminar la existencia cristiana y al mismo
tiempo liberarse de las cadenas de las pasiones. Comienza,
pues, allí a realizarse un proceso que tendrá la gloria de
hacerse paradigma de la espiritualidad en Occidente, como dice
L. Landsberg: «La historia espiritual de Agustín constituye una
parte esencial de la historia espiritual de Occidente»1.
BUSQUEDA/TAREA-FM-AG: San Agustín no es un teórico de
estrategias, sino un estratega de ásperos combates, un militar
entre militares, un agonista entre agonistas. Con el bautismo, y
antes de recibirlo, se impuso la tarea de buscar a Dios: «A Dios
hay que buscarle e invocarle en el mismo santuario del alma
racional que se llama el hombre interior»2. Con la expresión
quaerere Deum, buscar a Dios, señala la tarea fundamental del
cristiano. Y en el contexto del pasaje citado se advierte cómo la
interioridad neoplatónica se va ungiendo con el carisma
cristiano, pues en él se apela a tres pasajes bíblicos
interioristas: sobre la oración en secreto (Mt 6,6), la doctrina
sobre el templo de Dios que somos nosotros, en quienes habita
su Espíritu (1 Cor 3,16), la morada de Cristo en lo interior del
hombre (Ef 3,16-17), y el aviso del salmista: Reflexionad y
compungíos en el silencio de vuestro lecho; ofreced sacrificios
de justicia y confiad en el Señor (Sal 4,5-6) 3.
Estos pasajes, que cita en el mismo lugar y dan contexto al
sentido del homo interior, enriquecen, elevan y santifican el
regreso al espíritu o a la introversión a que le convidó la
filosofía de Platino. El quaerere Deum se hace una exigencia
compleja, que pide también la reflexión y compunción en lo
secreto del alma.
Tal es el primer aspecto que conviene insinuar en la agonía
espiritual del pensador de Casiciaco, que derramó muchas
lágrimas de penitencia y contrición y se dedicó a medicinar sus
dolencias, a cicatrizar las llagas de su alma: «Bastante trabajo
me dan mis heridas, cuya curación imploro a Dios llorando casi
todos los días, aunque bien me percato de que no me conviene
sanar tan pronto como yo deseo» 4. El lloro penitencial fue el
antebaustismo de Agustín. Las lágrimas eran un sacrificio
cotidiano.
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