Lógicamente, la mayoría de los próceres latinoamericanos de los siglos XIX y XX finalizaron sus vidas de una manera trágica (derrotados y asesinados en combate) o, peor aún, muriendo bajo malas condiciones de vida (por haber terminado en la pobreza, por ejemplo). Entre los trágicamente asesinados, podemos señalar a Salvador Allende (cuya muerte fue completamente inesperada, visto que no era guerrillero).