El DDT es un tóxico que se fija en los tejidos y no se puede eliminar. Si un animal (incluido el ser humano) ingiere una cantidad de DDT superior a la dosis letal o dosis tóxicas, su salud estará en peligro.
Si la carne que consume contiene DDT, y la consume de manera recurrente, al ser acumulativa su concentración tisular, con el tiempo superará los umbrales de la salud y la persona enfermará.