Bartolomé de las Casas los describe como gente simple, sin malicia, obedientes, fieles, humildes, pacientes y pacíficos. A la misma vez dice que son la gente delicada, débil y de pobre constitución. No poseen mucho pero no desea poseer más, pues, no son orgullosos, ni ambiciosos, ni avaros. Los consideraba como mansas ovejas. Personas de limpio, sano y vivaz intelecto, capaces y receptivos.
