La historia de iglesia en América, durante el periodo de la conquista y la colonización, está estrechamente ligada al poder político, a través del patronato real. Este era el derecho perpetuo del Estado Español para intervenir en los asuntos eclesiásticos de América y que facultaba a las autoridades políticas españolas a cobrar diezmos, a presentar candidatos a cargos eclesiásticos a organizar la iglesia en América y a decidir sobre la construcción de iglesias, conventos, monasterios y hospitales.