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La vendedora de claveles, novela de corte realista, segundo puesto en el concurso Enka de literatura infantil, 1989, es una propuesta interesante para acercar a los niños a dos mundos: por un lado, al fascinante mundo de la novela y, por otro, a la realidad urbana, con sus gamines que venden productos en las esquinas de los semáforos. Andrés Elías Flórez, también costeño e interesado en la enseñanza de la lecto - escritura (es coautor de libros de texto) muestra, al igual que Robinson Nájera, una aguda preocupación por motivar a los niños hacia una de las actividades más útiles y placenteras para los humanos. Tal vez la historia de la familia de la vendedora de claveles, compuesta por "dos varones, tres mujeres y un perro llamado Happy" (pág. 1), en honor del Happy Lora, resulte a ratos un poco manida, dados los lugares comunes que maneja. Sin embargo, al mismo tiempo, resulta conmovedora y convincente y, como ya se ha sugerido antes, puede llegar a ser una buena contribución para comenzar a enseñarles a nuestros niños a leer. Por lo demás, como en el caso de los cuentos de Nájera, el libro poco tiene que ofrecer en términos de ilustración y diagramación (sigue manejando la vieja fórmula de texto, recuadro con ilustración, texto, recuadro con ilustración ad infinitum, lo cual lo hace demasiado plano), aunque unas cuantas viñetas arrojadas aquí y allá (lástima que siempre sea el mismo clavel), le dan cierto dinamismo a su diseño. Sería interesante que en el país se siguieran produciendo textos como éstos, con las mejoras del caso, y algún día pudiéramos decir que tenemos un país de niños lectores, dispuestos a impulsar el ingreso de Colombia al universo de la modernidad.
La vendedora de claveles, novela de corte realista, segundo puesto en el concurso Enka de literatura infantil, 1989, es una propuesta interesante para acercar a los niños a dos mundos: por un lado, al fascinante mundo de la novela y, por otro, a la realidad urbana, con sus gamines que venden productos en las esquinas de los semáforos. Andrés Elías Flórez, también costeño e interesado en la enseñanza de la lecto - escritura (es coautor de libros de texto) muestra, al igual que Robinson Nájera, una aguda preocupación por motivar a los niños hacia una de las actividades más útiles y placenteras para los humanos. Tal vez la historia de la familia de la vendedora de claveles, compuesta por "dos varones, tres mujeres y un perro llamado Happy" (pág. 1), en honor del Happy Lora, resulte a ratos un poco manida, dados los lugares comunes que maneja. Sin embargo, al mismo tiempo, resulta conmovedora y convincente y, como ya se ha sugerido antes, puede llegar a ser una buena contribución para comenzar a enseñarles a nuestros niños a leer. Por lo demás, como en el caso de los cuentos de Nájera, el libro poco tiene que ofrecer en términos de ilustración y diagramación (sigue manejando la vieja fórmula de texto, recuadro con ilustración, texto, recuadro con ilustración ad infinitum, lo cual lo hace demasiado plano), aunque unas cuantas viñetas arrojadas aquí y allá (lástima que siempre sea el mismo clavel), le dan cierto dinamismo a su diseño. Sería interesante que en el país se siguieran produciendo textos como éstos, con las mejoras del caso, y algún día pudiéramos decir que tenemos un país de niños lectores, dispuestos a impulsar el ingreso de Colombia al universo de la modernidad.
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