lee el fragmento del cuento La caracola del guayaquileño Jose de la Cuadra y traza en el margen izquierdo, mediante lineas rectas, ascendentes, medias y descendentes, las inflexiones de la voz de los personajes, que cambian de acuerdo con los signos de interrogación, exclamación e interjecciones
-¿Podría dejarme, don Samuel, cuatro velitas?
-¿Y comida?¿No quiere comida?
-¿Y para qué, ah?¿Para qué?
La viuda se echó a llorar. Morales subió a la casa.
En media sala, en el piso de tablas, estaba tendido
un cadáver infantil
-Se me murió. ¿Sabe? ¡Era mi hijo y se murió!
y necesito cuatro velitas.
-Aquí están las velas, señora. No le cuestan nada, mismo. Y esta tela p´ el ataucito, ¿sabe?